sábado, 30 de abril de 2011

Aventuras de un joven Don Juan de Apollinaire Guillaume

Paolo Eleuteri Serpieri, creo que del cómic Drunna
En 1907, Apollinaire "desempolva" a Sade y nos sacude con la más brutal de las obras que yo haya leido: "Las once mil vergas", una obra trasgresora más que erótica, donde el semen se mezcla con la sangre, la mierda y la muerte.

No estoy seguro, pero parece ser en 1911, cuando escribe un segundo ensayo erótico (si el primero se puede llamar erótico), esta vez es una divertida novela corta sobre el pornográfico despertar sexual de un adolescente; sus frenéticas experimentaciones y su cínica manera de pensar. Probablemente se trate de una novela escrita por encargo, adivino que para pagar las cuentas o para comer.

Tenemos así un libro sexual. No trata de la trasgresión, ni tiene violencia, ni moral, ni filosofía. Sólo relata el vigoroso y entusiasta despertar sexual de un muchacho con una absoluta falta de escrúpulos. Un libro de sexo para leer y reír.

El narrador, junto con toda la familia, excepto el padre, se trasladan al campo. El narrador está por cumplir 16 años y su hermana 15, están en plano despertar sexual sin saberlo, pero son del todo inocentes. Viven en una casona vieja llena de pasadizos y rodeados de campesinos y criados.

Primero recuerda los baños que su tía le daba apenas unos meses atrás, de cómo le despertaban la sensualidad al grado de rogarle a la tía que lo masturbara. La tía era una "solterona" de 25 años muy bien conservada y con necesidad de una buena cepillada, así que se dejaba hacer.

La hermana llevaba una relación lesbiana con la criada, más por picazón que por atracción, ambos hermanos son tan cercanos que se muestran sus cuerpos y comienzan a descubrir la excitación. En su nuevo hogar, él encuentra los libros de la biblioteca y junto con la hermana descubre la anatomía, la masturbación y la voluptuosidad.

Un día que una criada embarazada está haciendo su cama, le toma las tetas y comienza a magrearla; ante las quejas de ella, le ofrece dinero y pronto tenemos una de esas divertidas escenas con embarazadas a perrito, manos y bocas por todas las simas y agujeros. Ella le pide guardar el secreto.

Después, el cachondo narrador descubre un pasadizo que da al confesionario de la capilla de la casa, escucha la confesión de un campesino que ha tenido relaciones con una anciana y con una vaca. Escucha que su tía es una virgen con grandes "necesidades vergales" que recurre a la "justicia por propia mano", y escucha a su madre decir que ella es sumisa, y que su padre es autoritario en la cama, que hace marchar a su madre desnuda, que la postra culo al aire y le escarba sus agujeros con gran placer de ambos.

El se excita tanto que va a contar sus nuevas experiencias a su hermana; la encuentra en su primera menstruación, acostada en cama y se la parcha. Aparentemente la criada estaba escondida viéndolos; sale y finge regañarlos, sólo para acompañarlos en sus caricias y darles una azotaina con una vara.

Luego tenemos el desfile de todas las criadas, las pelirrojas de grandes ubres para usar, las que pueden ser observadas en el baño, las anales sorprendidas en un rincón de la escalera y en fin, todas las que quieren recibir un regalito del patrón y a la vez divertirse.

Ya para terminar el relato, le toca asistir a una sesión de los padres, lo que lo excita tanto que lo decide a presentarle los respetos a su tía.

De todo éste frenético despertar, resultan tres embarazos: la tía, la hermana y la criada. De dos patadas resuelve sus problemas en una solución tan cínica como cómica.


Fui hasta mi escritorio y saqué dinero; se lo dí a la mujer, que entretanto había compuesto su desorden. Enseguida, alcé su camisa y esperimenté cierta pena al encontrarme desnudo ante una mujer casada y embarazada.
Agarré la mano carnosa de la regidora y la puse sobre mi miembro. El contacto era exquisito. Ella apretaba con dulzura y luego un poco más fuerte. Yo había empuñado sus pechos, que me atraían. La besé en la boca y ella me dio sus labios con fuerza.
Todo en mí tendía al placer. M puseentre los muslos de la mujer sentada que me dijo:
-Me hace daño por encima, no puedo hacerlo por delante.
Bajó de la cama, se volvió y se curvó el rostro sobre la cama. No agregó palabra, pero mi instinto me dio la clave del enigma. Recordé cómo lo hacían los perros y tomando a Medor como ejemplo, alcé la camisa de Diana, que era el nombre de la regidora.
Todo el culo se me apareció, pero un culo como nunca había soñado. Si el culo de Bertha era hermoso, carecía de importancia junto a éste. Mis dos nalgas juntas no hacían la mitad de una sola de éste culo milagroso, en el que la carne era tan firme, tan blanca, como los pechos y los bellos muslos.
En la hendidura, había algunos pelos rubios y esta abertura dividía perfectamente éste culomaravilloso en dos soberbias nalgas.
Al final de éste culo esplándido, entre los muslos, se dejaba ver un coño grueso y jugoso en el que cosquilleó mi dedo.
Puse mi pecho contra el culo desnudo de la mujer y traté de rodear con mis brazos su vientre inaprensible, que colgaba como un globo majestuoso.
Entonces abracé sus nalgas; dexspués las froté con mi miembro, pero mi curiosidad no estaba aún satisfecha. Abrí las nalgas para inspeccionar el agujero del culo. Estaba en relieve, como el ombligo, y era marrón, pero muy limpio.
Metí mi dedo, pero ella reculó y temí haberle hecho mal. Ya no insistí. Puse mi aguijón ardiente en su coño, como un cuchillo en una barra de mantequilla. Después me moví como un hermoso diablo haciando golpear mi vientre contra el culo elástico.
Eso me puso por completo fuera de mí. Ya no sabía lo que hacía y de este modo llegué al término dela voluptuosidad, eyaculando por primera vez mi semen en el coño de una mujer.
Hubiera querido permanecer en ésta agradable posición tras la descarga, pero la regidora se volvió para cubrirse púdicamente. Mientras ella abotonaba su camisa, escuché el ligero tic-tac, era mi esperma, que escurría desu coño y cayó al suelo. Ella lo esparció con el pié y frotó con su falda entre los muslos para secarse.
Cuando me vió frente a ella con mi cosa medio bamboleante, roja y toda húmeda, sonrió, sacó su pañuelo y limpió cuidadosamente el miembro que la había festejado.
-Vístase ahora, señor Roger- dijo ella - es necesario que me vaya. Pero por el amor del cielo que persona sepa jamás - agregó sonrojada - lo que ha ocurrido entre nosotros; sin eso no lo amaré ya.




Perversógrafo: Sexo vaginal, anal, oral, entre las tetas, con embarazadas, con ancianas, menstruando, lesbianismo,  zoofilia (perros, vacas, cabras, gansos, pichones, gallos), masturbación, seducción, sumisión, flagelación, juguetes sexuales, 69, voyeurismo, escatología, incesto.

Aventuras de un joven Don Juan
Apollinaire Guillaume
Ediciones Coyoacán
2006, 3a ed.
Reino imaginario
ISBN: 970-633-322-3
80 pags.

2 comentarios:

  1. Un tipo interesante Apollinaire, muy colega de Picasso... de gran carisma al parecer. Mucha gente interesante en la Belle Epoque, interesada en el erotismo, verdad?

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  2. Sí una época muy peculiar para el erotismo en general, saliendo de los tiempos victorianos y del decadentismo y dando aires frescos con muchas propuestas del surrealismo, cubismo, modernismo, etc.

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