lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz año nuevo


¿Alguien sabe de qué color se debe poner uno la ropa interior para tener mucho sexo en 2013? Se supone que el rojo para el amor y el amarillo para el dinero, pero bueno, digamos que a uno se le antojan otros calzones.

Trato de recordar el color de calzones con el que recibí el 2012 y no puedo. Este año ha sido muy intenso en trabajo (de más), muy bueno en lo económico, pero sobre todo, digamos que hubo un par de nuevas experiencias (nuevas para mí, porque en este asunto nada es nuevo) que rondaban mi cabeza hace años y que se lograron este año........y quizás se deba a algunos calzones de la suerte (o calzones de especialidades......o calzones "gourmet") que desde el fondo del cajón esperan a ser usados esta noche.

Mientras trato de recordar, les dejo un chascarrillo sobre el año nuevo.....bueno, sobre el Rosh Rashanah, pero aún así es bueno:

—Ahora que acaba de pasar el Año Nuevo judío —dijo Gilheeny—, me viene a la cabeza la maravillosa historia de una criada irlandesa que entró a trabajar para una familia judía, ¿la conoce?
No, no la conocía.
—¡Ajá! Bien, pues es una agradable mujer irlandesa que busca trabajo en una casa judía por las fechas de Rosh Rashanah, el Año Nuevo judío, y pregunta al portero que qué tal es el empleo que ofrecen. «Bien», dice el hombre, «es un buen trabajo, querida. Celebran todas las fiestas; por ejemplo, en el Año Nuevo dan un gran banquete familiar, y el cabeza de familia se levanta ante los comensales y, en señal de gratitud, toca el shofar». Entonces a la criada se le encienden los ojos y dice: «¡Se la chupa al chofer! ¡Joder, tío, pues no tratan poco bien al servicio en esta casa...!»
La casa de Dios, de Samuel Shem 

Bueno, cada quien se la chupa a quien le parece mejor, pero yo les deseo en este 2013..........mucho sexo, del bueno.

Salud

miércoles, 26 de diciembre de 2012

A los pies de Omphalos de Henri Raynal

Una vez, llegué a casa y mi padre estaba viendo una película en la que un monstruo perseguía a una muchacha. Cuando la chica se encerraba en el baño, el monstruo caía al suelo y se "quebraba" en cientos y cientos de pequeños demonios que pasaban por debajo de la puerta.
Después de reír un buen rato, pregunté a mi padre porqué veía una película tan mala.
--Sólo quiero ver cómo le van a hacer para ponerle un final.

Bueno.........hay historias así y esta es una de ellas. ¿Qué tenemos aquí?

Un libro erótico, sobre un sumiso y una mujer a la que le gusta humillar a los hombres. Una historia donde no hay sexo. ¿Puede un libro llamarse erótico si no tiene sexo? Si, si se puede.

Cuando un anciano caballero muere, deja su herencia a la criada en lugar de heredar a su sobrino (el sobrino del carcamal, no el de ustedes.....vamos a llamarlo Luc) La criada, Matilde, es joven y bella, pero bastante huraña con los hombres, casi indiferente a ellos. El desheredado sobrino, más joven que ella, la ama en secreto desde hace años.

En unas cuantas páginas, Luc pasa de quedarse un par de noches en la casa del tío a ser el sirviente de la antigua sirvienta. Matilde pasa de ser la sencilla criada a la malévola ama del muchacho, a quien golpea y esclaviza como una venganza contra todos los hombres que la han deseado (Que han deseado a Matilde, no a usted......bueno, ya van entendiendo).

Primero te piden una les lleves el desayuno, luego ya te golpean por cualquier cosa, y al último terminan por prohibirte la salida de casa. Suena como cualquier matrimonio, pero la historia apenas comienza, porque resulta que Matilda, ahora rica y sofisticada, contrata a Lina, una malvada criada a quien Luc debe obedecer ciegamente.

Lina, inicialmente se asusta del trato tan indigno que le dan a Luc, pero pronto aprende a sacar placer de la situación, y participa activamente en los castigos. Un día Luc se atreve a besar a Matilde, quien monta en cólera y lo ata desnudo en el desván. Lo deja suspendido toda la noche.



La voz breve de Matilde lo sacó de su contemplación.
—Tráigame una cuerda, rápido —ordenó a Lina.
Y en cuanto la criada regresó:
—Ven aquí, esclavo mío —dijo, quitándose los guantes.
Luc se levantó. Ella cogió la cuerda que le tendía Lina, hizo que Luc pusiera las manos a la espalda, las tomó y las ató. En el momento de ese contacto, de esa apropiación un estremecimiento recorrió a Luc de la cabeza a los pies.
Matilde le volvió a exigir que se pusiera de rodillas.
—Vamos —le ordenó a Lina—, pero no se aleje.
Se separó de Luc, lentamente, retrocediendo. Una extraña sonrisa, segura, amplia y contenida al mismo tiempo, flotaba en sus labios.
Luc la vio descalzarse, levantarse, llevarse las manos a la espalda, desabrocharse el vestido, liberar los brazos. Se lo arremangó y se lo quitó deslizándolo por encima de la cabeza. Su sonrisa se volvió más cruel, sino soberbia, lasciva, tiernamente incitante, despectiva.
«¡Mira!» parecía decir, «aquí tienes al despojo de la muñeca, ahora se convierte en mujer y se emancipa, ¡conténtate con ese trapo!» Con un gesto negligente, Matilde tiró su vestido a la cabeza de Luc.
……
Hela aquí desnuda, con esa desnudez integral, de una sola pieza
que ya nada eclipsa, recipiente de luz oculto, y surgido de pronto del apagador. ¡Desnuda, pero nada friolera ni timorata; acompañada, revestida de la majestad adormecedora y belicosa de su éxito total!
Baila.
Luc olvida hasta qué punto fue humillado. Y también el fracaso de su prematuro impulso, que reventó como un cohete demasiado breve e inútil.
Sigue con la mirada a esta Eva nacida en su presencia, parida en su presencia, extraída de su ganga, aún más hermosa de lo que suponía, con ese pecho a la vez levantado y zambulléndose hacia él, esa ternura densa y maliciosa, ese mármol viviente y luminoso bajo la lluvia y las llameantes lenguas de los cabellos, esa blancura sabrosa en la que bebe, arrodillado, encorvado, como bebería de un astro, de una fuente.
Matilde se detiene, se le acerca de puntillas, lo hace levantar. Lo
empuja en dirección al cuarto de baño. En el centro de la habitación, sobre el embaldosado, coloca una cuba; se mete en ella, y, tras haber desatado las manos de Luc, le indica con el dedo el calentador de agua, la jarra, el jabón y la esponja.
Temblando de emoción y de deseo, Luc se le acerca. Cubre de agua el cuerpo de su ama, oprime la esponja sobre las curvas principescas, esparcidas, sobre la tibieza de su carne hostil; modela su cuerpo, su pecho melodioso, lo pule como un escultor vencido por su obra, ya impotente ante ella.


Una vez que Matilde vende la casa en la ciudad, se mudan al campo. Luc ya es un esclavo, que tiene obligación de limpiar, una bestia a la que se le puede ofender porque no tiene dignidad, se le puede pedir que se quite la camisa para ser azotado, se le puede encadenar o suspender de cadenas por el gusto de hacerlo. Luc sólo es hombre cuando escribe, escribe sus sueños llenos de poesía

Ya en este momento, no se le golpea como un castigo, se le azota solo para matar el tiempo. Lina resulta una perra peligrosa, una mujer cruel a la que le gusta mentir para provocar el castigo. Matilde está tan ocupada en su nueva vida social que le traspasa la custodia a Lina, quien lo maltrata sin darle siquiera un aliciente erótico.

Un masoquismo extraño, porque él mismo sabe que sin el amor de Matilda, la sumisión a Lina no tiene ningún sentido, pero aún así "aguanta vara"......y es aquí donde uno se pregunta: ¿Bueno y cómo le va a hacer este cabrón para terminar el libro?

Matilde ve el masoquismo como dignidad de Luc, Lina lo quiere suplicante....lo quiere destruir.

El libro termina. Termina aceptablemente bien y con un argumento psicológicamente creíble.






POST: efectivamente el que no terminó bien la descripción fui yo, no Raynal ni la película de los pequeños demonios.

El libro es bastante interesante, aunque creo que imposible de encontrar;  tal vez haya por allí alguna versión en electrónico.....no se si completa.

Para Matilde, la dignidad con que Luc lleva su esclavitud es de admirarse. Lina quiere destruir incluso aquello que todavía lo identifica como un humano: sus diarios (Los de Luc.....bueno, ya entienden ;) Luc ya no está contento con que Lina sea quien se responsabilice de él sin siquiera darle algo a cambio.

En el desenlace, Lina le propone a Matilde que venda a Luc a una vecina que lo desea. Matilde se siente ofendida por la propuesta, y Lina le explica que ella se siente así porque en el fondo tiene sentimientos por el esclavo.

Luc escucha que lo quieren vender y, aunque aterrorizado, decide que no reaccionará.

Entonces....¿Lo venden a la vecina o Matilde reconocerá que lo ama?

¿Si te digo que el libro contiene ambos finales aún así suena extraño? Bueno, pues los tiene, un final resulta ser un un sueño y otro.......aparentemente también.



Perversógrafo: Sumisión, dominación, esclavitud, bondage, castigos, masoquismo.




A los pies de Omphalos
Henri Raynal
Tusquets, Editores
La Sonrisa Vertical SV 6
España, Mayo 1978
ISBN: 978-84-7223-306-5
178 págs.





lunes, 17 de diciembre de 2012

Waldeck (I Modi) Cuarta parte

En los grabados originales de Marcantonio Raimondi,
Esta era la última posición.
Antes de pasar a los siguientes literotismos, uno de ellos excepcional,  gano algún tiempo dejándoles unos grabados. En posts anteriores les decía que Waldeck me parecía un impostor. Ahora que he tenido tiempo de leer un poco más de él me parece un mercenario soñador que vivió tiempos de cambio, descubrimientos y saqueos. Donde la ciencia estaba tratando de dar una explicación a las glorias pasadas que la arqueología apenas comenzaba a descubrir.

Existe alguna referencia sobre el libro original del Aretino, donde establecía erróneamente la existencia de 20 grabados en el libro de los sonetos lujuriosos. Waldeck retoma ta aseveración y publica sus 20 grabados; bellos y mayormente fieles al original; aunque ya al final, agrega 4 grabados que nunca existieron.

Waldeck, posición 17

Waldeck, Posición 18

Waldeck, Posición 19

Waldeck, posición 20

viernes, 7 de diciembre de 2012

Duraznos contra el estreñimiento

Me encuentro una coincidencia muy curiosa. En 1879, en plena represión Victoriana, se editaba clandestinamente una revista llena de groserías y pornografía desde el mismo Londres: La famosa revista "La perla"

Pierre Louÿs nace en 1870, así que no puede ser autor del siguiente texto en la revista:

NEW INVENTION
A new patent shoe-horn, for the insertions of big pricks into tight bum-holes, is reported to have been invented by a lady member of the Comedie Francaise, who is said to place the half skin of a peach, turned inside out, upon the tip of a lover's penis, before he is allowed to enculer his chere amie, who prefers bum-fucking to the old orthodox plan of coition.


EL ÚLTIMO INVENTO
Informan que existe una nueva patente de calzador para poder meter grandes pollas en apretados ojos de culo; la misma ha sido inventada por una dama que pertenece a la Comedie Française. También nos dicen que el tal invento consiste, según lo practica su inventora, en colocar media piel de un melocotón, vuelta para arriba, sobre el capullo de la picha de su amante, antes de permitirle que le dé por culo a su querida amie, quien prefiere un buen polvo por detrás, que no la ortodoxa y antigua jodienda por delante.
La Perla no. 4, Londres, Oct 1879

Lo que me parece extraño es que uno de los apuntes posteriores de Pierre Louys, en el inconcluso libro  "Manuel de Gomorrhe" es tan similar que supongo que "casi" es una referencia. Cabe suponer que aunque hoy sea relativamente fácil encontrar un ejemplar de la revista, en los tempranos  1900 no debe haber sido tan sencillo. ¿Casualidad?, ¿Leyenda urbana como aquella del coño de las orientales?
No tengo idea.

Le procédé le plus parfait semble être de coiffer le gland avec une peau de pêche retournée, qui favorise le passage du membre dans le sphincter sans laisser après lui aux parois l'enduit trop glissant de la vaseline.

El procedimiento perfecto, parece ser el de encapotar el glande con una piel de durazno vuelta hacia dentro, esto favorece el pasaje del miembro por el esfínter sin ser tan resbaladizo como la vaselina.
Pierre Louÿs ,  Manuel de Gomorrhe



lunes, 3 de diciembre de 2012

El mono y el consolador


¿Quién dice que la literatura erótica no puede ser educativa?

Existen fábulas que pueden ser de gran valor, profunda filosofía y fuente de reflexión (in)moral:

EL MONO Y EL CONSOLADOR
Un cachorro de mono que había visto cómo su dueña llenaba el consolador con crema, esperó hasta que ella hubo acabado de usarlo, pues había recibido una llamada de fuera.
—Bien —dijo el mono—, ahora me despacharé la crema.
Y empezó a chupar el consolador. 
Pero la dama había contraído sífilis y el mono terminó muriendo entre convulsiones.
La moraleja de esta fábula es que habiendo pollas tan hermosas para qué gastar el tiempo chupando consoladores tan apestosos.

De la Revista la Perla VI, anónimo de diciembre 1879.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Duende Nocturno de Arnaud Delacomte

Aquí estamos ante un libro muy singular en varios aspectos: Por un lado, de estilo; se trata de extractos de un diario íntimo de un enfermo de tuberculosis.

No es el diario de un escritor profesional; ni siquiera la edición es tan cuidadosa para darle una continuidad al relato. Habiendo yo mismo escrito un diario durante tantos años, puedo reconocer el estilo de escritura que hace uno para sí mismo.

Por tanto, no es una novela, no es una historia, no es un relato.......es.....una vivencia o una fantasía; es la plática cotidiana de alguien consigo mismo, mezclado con datos irrelevantes.

Por otro lado, lo que hace tan particular este libro es que se trata de una historia de amor. Si bien ello no es raro en la literatura; el amor y las cosas de enamorados no son comunes en la literatura erótica. Pero no hay que confundirse; no se trata de novela rosa ni de romántica-soft-erótica. Aquí hablamos de sexo duro y sin florituras......lo que me indica que es bastante posible que sí sea un diario real.

Un enfermo de tuberculosis convalece en un hospital de reposo en las montañas del sur de Francia, cerca de un pueblo. Aparentemente tiene una cultura y una inteligencia superior, pero está solo y necesita compañía. Tiene una enfermera Noemia, que es fea (y peluda) en el plano físico, pero que tiene una sencillez extraordinaria: ella es una montañesa cuya cultura parece preceder a los celtas y los romanos; una raza en extinción que vive de manera salvaje incontaminado por la civilización.

Ella, como todo su pueblo, ve en los fluidos sexuales una fuente de poder y magia, por lo que cada semana transita por todo el hospital, limpiando a los enfermos y haciéndoles algún favor.


De vez en cuando, entra en una habitación con sus probetas en la mano y anuncia: «Muestra de orina». Entonces te levantas sin comentarios, pasas al cuarto de baño, te quitas ritualmente el pijama y la dejas hacer. Es ella quien efectúa las operaciones, sola. Toda palabra sería considerada una insolencia. Se apodera del interesado, lo hace orinar uno o dos segundos en la taza del wáter, después en el tubo de vidrio y una vez más en la taza, manejando el chorro con habilidad;  espera a que hayas terminado, sacude con suavidad y, después, sin soltarte, te gira hacia el lavabo. Adora el contacto de los órganos masculinos, sabe manipularlos con firme delicadeza, con tan serenas competencia y autoridad que te abandonas desde el principio. Entonces, te la moja y empieza a enjabonártela con la ciencia de la masturbación, con una intuición de la sensibilidad masculina y una adivinación que jamás había conocido. En efecto, cualquier consejo sería inútil. De las diversas tareas del oficio de enfermera, ésta es, según ella, con mucho la más importante, la única revestida de una especie de carácter trascendente. Deposita en ella toda la imaginación y el esmero de los que es capaz. Al principio, la mano derecha manosea con bastante firmeza hasta obtener la consistencia deseada, dedos por encima, dedos por abajo, alisando o enroscando en toda la longitud, primero la base sola, luego el glande, por momentos con las uñas. A su vez, la mano izquierda se desliza entre los muslos, enjabona las bolsitas, palpa las almendras, las sostiene, las separa, las acaricia, las estira, se adentra por las entrepiernas, presiona con suavidad, introduce un dedo, lo mueve, mete otro… Se empieza a no ver claro. El movimiento de ambas manos está tan perfectamente coordinado que la intensidad de las sensaciones crece en vertiginosas oleadas, que ella percibe de inmediato, reduciendo o acelerando, cambiando de mano o de ritmo sin siquiera levantar los ojos, con misteriosa intuición. Sólo algunos favoritos están autorizados a acariciarle durante la acción el lomo o los hombros por encima del vestido. En calidad de Número uno, puedo permitirme levantarle silenciosamente la blusa, colocar una mano sobre la piel y acariciarle la espalda, desde la braga hasta el sostén.

Noemia es un personaje interesante; al grado que uno desearía que ella hubiera escrito el libro, aunque no fuera erótico: delgada y con 35 años, ella misma había sido una enferma de tuberculosis, aún está en recuperación y es extremadamente delgada; y se ve obligada a trabajar en el hospital para recuperar la salud.

Ella es hosca y huraña con todos, pero pronto se enamora del autor. Pronto sabemos que ella ha jurado no tener coito con ningún hombre antes del matrimonio, debido a un juramento a su abuelo. Y ese es el nudo de la historia: dos enamorados; uno casado y enfermo y la otra enferma, pobre y célibe.


Ella era creyente en las cosas del bosque, cosas antiguas, de la montaña y no estaba contaminada por la ciudad o la sociedad; no veía en la sexualidad nada malo, sólo había jurado no tener coito. Arnaud parece aprovecharse de esta situación, y le explica que si ella usa su semen para curarse, lo mejor es tomarlo "directo de la botella", y la entrena en el arte del sexo oral. De un modo asombroso, la salud de él empeora, mientras ella se recupera.

Y allí comienza el idilio, buscando momentos para estar juntos, para dormir un rato abrazados o para escapar del hospital y pasar un fin de semana en el pueblo, en el cuarto de ella; o para irse de día de campo a las montañas. Mientras a Noemia el amor parece hacerla recuperarse, él tiene varias recaídas.

El punto es que, imposibilitados para tener coito vaginal, ellos se ven obligados a ingeniárselas para hacer otras cosas mientras ella consulta a su pueblo si sobre ella recae un juramento inviolable o una promesa de una adolescente a un muerto, por tanto, sin valor.

Ya hacia el final, descubrimos que Noemia tiene una vena masoquista, y pide ser flagelada, para disgusto del narrador. Juntos descubren los juegos anales y aprenden a "jugar en la entrada sin meterlo". Lo asombroso es que, aunque al principio uno piense que él se aprovecha de la ignorancia de ella, junto con la mejoría física, ella deja de ser ese conejillo asustado, esa bestiecilla del campo, y pasa a ser una mujer, inteligente, pensante, con planes y proyectos, que disfruta la sexualidad y tiene ansias de aprender para hacerse una enfermera de verdad.


Pase lo que pase ahora, nunca me quejaré porque en pocos meses habré tenido más de lo que tienen las mujeres en toda una vida. ¿No te parece que, de cuerpo, corazón y espíritu, estoy convirtiéndome en toda una mujer? La trasformación no es completa. Todavía no tengo un hijo ni un verdadero oficio. Pero tal vez tendré pronto todo esto, gracias a ti. Me he hecho mujer por ti, ¡de arriba abajo -y su mirada ríe- y de adelante para atrás!


Todavía el sexo anal es creíble, pero en el último tercio del diario, comienzan practicas que ya se antojan invenciones o al menos exageraciones o fantasías: sesiones de fotografía pornográfica, tríos, lesbianismo, Noemia se dice casada con él y comienza a conseguirle amantes, deja de usar ropa interior para excitar a los otros enfermos....no sé.....alucinaciones de un tuberculoso. Pasa de descripciones de mimos a orgías.


Quito la polla, la refresco dos segundos y vuelvo a deslizarla en el chocho; después , rozo el botón que se hincha enseguida. ¿Todo bien, gatita? Muy bien, querido. No me has hecho ningún daño. Puedes volver a hacerlo, ¡pero no dejes de frotar! Salgo del conejo y vuelvo a abrir el ojete. Esta vez la penetración se hace sin problemas. Impresión de succión. Aumenta el placer. Suculento deslizar. Entro y salgo con facilidad. Perfecta flexibilidad del ojete. Noemia también empieza a gozar; me aprieta la mano y gime. Termino antes que ella, pero sigo entrando y saliendo sin dejar un segundo de frotarla. Goza. Caemos de lado. 

...


Acaricia con un dedo la polla y los huevos, y pone mala cara: Míralos, pobrecitos, ya ni me reconocen. Míralos, enroscaditos. ¿Qué deducir de esto? Que deben estar muertos. Ella levanta el pito por la piel del dorso y da un lengüetazo a los huevos. Nada… Creo que nunca más se recuperarán. Succiona el nódulo: ningún efecto.

Como toda historia de amor que se precie, el final es muy, muy triste. El autor dice ser un industrial de París y su vivencia parece real (aunque aderezada al final).



Mi impresión: la selección del título del libro es pésima; aunque Noemia pensaba que los espíritus del bosque eran sus antepasados, ni vivos ni muertos sino espíritus milenarios de la tierra, ella nunca se consideró a sí misma un duende. Este libro es bien diferente, vale mucho la pena, aunque es difícil de conseguir.






Perversógrafo: Sexo oral, anal, masturbación, azotes, 69, lesbianismo, tríos, exhibicionismo,




Duende nocturno
Arnaud Delacompté
Tusquets Editores,
La Sonrisa Vertical 36
España, Noviembre 1983
ISBN: 978-84-7223-338-6
216 págs.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Waldeck (I Modi) Tercera pate

Waldeck, postura 11
Viene de aquí.......

Bueno, aquí unas cuantas más de las posiciones que Waldeck reprodujo allá por mediados del antepasado siglo sobre un libro que hoy está perdido y que supuestamente Waldeck hojeó en México.

El la primera parte de esta serie, yo les comentaba que es de agradecer que no se haya lanza o al saqueo y al pillaje....parece que me adelanté en mis opiniones.

Waldeck, postura 12
Waldeck fue quien robó el códice Tonalamatl-Aubin, una especie de calendario sobre papel de maguey con representaciones de los días del año que se utilizaba para predecir el carácter de los recién nacidos. Lo más indignante es que parece que los monjes del convento de San Francisco habían conservado dicho códice (probablemente tlaxcalteca.........probablemente una reproducción del siglo 16) como una curiosidad, pero Waldeck lo roba para venderlo a un tan Aubin, quien lo "donó" a la biblioteca nacional de París.

Como un mal chiste del destino, en 1982, un mexicano lo robó de París y lo trajo de vuelta a México donde trató de venderlo (en Cancún). Se recuperó la pieza y ahora está bajo resguardo del INAH, aunque los franchutes siguen diciendo que les pertenece porque ellos lo robaron primero.

Waldeck, postura 13
Bueno, muchas vueltas.......¿a dónde voy? ¿Qué quiero decir? que un códice con un valor modesto fué saqueado sin pensarlo por este individuo......no me puedo imaginar lo que hubiera hacho con un libro invariable como el del Aretino.















Waldeck, postura 14

Waldeck, postura 15


Ya enseguida termino con la reproducción de las posiciones que Waldeck inventó (o se robó de algún otro lado)


lunes, 12 de noviembre de 2012

Historia BDSM - Quinta Parte (Y ya)

Del Comic de Guido Crepax

Viene de aquí.

 Bueno, esta historia del BDSM se torna larga. Terminábamos el período Victoriano, donde las madrizas se armaban (en la literatura) sin razón alguna, y casi siempre terminaban con alguien siendo flagelado.

Es a principios del siglo 20, cuando Apollinaire "resucita" los escritos del marqués de Sade; se publican nuevas ediciones de los trabajos de Sade, incluyendo por primera vez "las 120 jornadas de Sodoma";  entre los maestros del Surrealismo, Sade es encumbrado al nivel de Pietro Aretino, quien es obligado a compartir su título de "divino".

Sade es "el divino marqués", las once mil vergas (1907) es publicado en honor a él, así como "la historia del ojo" de Georges Bataille (1928) y otro montón de obras surrealistas que se nutren de las ideas de Sade.

Luego vino la segunda guerra, que hizo que Nietzche tomara vigencia nuevamente. Hubo mucho estudio de Sade en ese momento, desde Pierre Klossowsky, Georges Bataille, y Simone de Beauvoir, quienes querían ver en los escritos sadeanos una vena filosófica y una utopía sexual perfecta (¿!!!!!?).

¿Bueno, pero quién inventó eso de atar al amante y vestir ropa de cuero?

Resulta que allá por finales de los años 40 o inicios de los 50, una mujer en sus treintas llamada Anne Desclos tenía un amante que era editor de libros, pornógrafo y admirador de Sade. Se trataba nada menos que de Jean Paulhan, quien incidentalmente trató de imprimir una colección de los grandes libros eróticos de la historia como ediciones privadas para coleccionistas.

André Pieyre de Mandiargues, quien escribiría "El inglés descrito en el castillo cerrado" explicaba muchos años después que Paulhan pensaba que las mujeres eran incapaces de escribir literatura erótica de la calidad de la sadeana. Para demostrarle que estaba equivocado, Desclos le escribe "La Historia de O" como una serie de cartas con la intención de seducir y excitar a su amante.

Aunque ella ya tenía un renombre (se hacía llamar Dominique Aury), Paulhan imprime el libro bajo otro pesudónimo, "Pauline Reage". Auqnue ella no tenía intención de hacer público su escrito, éste era de tal calidad que en  1954 sale a la luz y es inmediatamente un éxito de librería, desatando tal polémica que es incluso prohibido en algunos países.


Cuando tuvo que ponerse en cuclillas en el pedestal de porcelana, se encontró, enmedio de tantos reflejos, tan en evidencia como cuando, en la biblioteca",unas manos desconocidas la forzaban.
—Espera que entre Pierre y verás.
— ¿Por qué Pierre?
—Cuando venga a encadenarte, quizá te haga ponerte en cuclillas.O palideció.
—Pero, ¿por qué?
—No tendrás más remedio —dijo Jeanne—. Pero eres afortunada.
— ¿Afortunada, por qué?— ¿Es tu amante el que te ha traído aquí?—Sí. 
—Contigo serán mucho más duros.
—No comprendo...
—Pronto lo comprenderás. Llamaré a Pierre. Mañana por la mañana vendremos a buscarte. 
Andrée sonrió al salir y Jeanne, antes de seguirla, acarició la punta de los senos de O, quien se quedó de pie, junto a la cama, desconcertada. Salvo por el collar y los brazaletes de cuero que el agua del baño había endurecido y contraído, estaba desnuda.

—Vaya con la hermosa señora —dijo el criado al entrar. Le tomó las manos y enganchó entre sí las anillas de sus pulseras, obligándola a juntarlas manos, y éstas, en la del collar. Ella se encontró, pues, con las manos juntas a la altura del cuello, como en oración. No quedaba sino encadenarla a la pared con la cadena que caía encima de la cama después de pasar por la anilla. El hombre soltó el gancho que sujetaba el otro extremo y tiró para acortarla. O tuvo que acercarse a la cabecera de la cama, donde él la obligó a tenderse. La cadena tintineaba en la anilla y quedó tan tensa que la mujer sólo podía desplazarse a lo ancho de la cama o ponerse de pie junto a la cabecera. Dado que la cadena tiraba del collar hacia atrás y las manos tendían a hacerlo girar hacia delante, se estableció un cierto equilibrio y las dos manos quedaron apoyadas en el hombro izquierdo hacia el que se inclinó también la cabeza. El criado la cubrió con la manta negra, no sin antes haberle levantado las piernas un momento para examinarle el interior de los muslos. No volvió a tocarla ni a dirigirle la palabra, apagó la luz que proporcionaba un aplique colocado entre las dos puertas y salió. 
Tendida sobre el lado izquierdo, sola en la oscuridad y el silencio, caliente entre las suaves pieles de la cama, en una inmovilidad forzosa, O se preguntaba por qué se mezclaba tanta dulzura al terror que sentía o por qué le parecía tan dulce su terror.

Si un día termino de leer la obra, les haré un literotismo al respecto, pero les puedo decir que se trata del nacimiento de la subcultura del BDSM como se conoce actualmente. Con sus esclavos y su sumisión total.


Era verdad que René nunca la había golpeado y la única diferencia en sus relaciones entre la época de antes de Roissy y el tiempo transcurrido desde que ella volviera de allí era que ahora él se servía de su dorso y de su boca además de su vientre. Ella nunca supo si los latigazos que había recibido en Roissy con los ojos vendados o de flagelantes encapuchados, en alguna ocasión le fueron dados por él, pero le parecía que no. Seguramente, el placer que él obtenía ante el espectáculo de su cuerpo encadenado y entregado, debatiéndose en vano y al oír sus gritos era tan vivo que no consentía en privarse de la menor parte de él prestando sus propias manos, porque su intervención activa le hubiera distraído. Y ahora lo confesaba así, ya que, cariñosa, suavemente, sin moverse de la butaca en la que estaba hundido, con una pierna encima de la otra, le decía lo feliz que se sentía al entregarla, a inducirla a entregarse a las órdenes y a la voluntad de Sir Stephen. Cuando Sir Stephen deseara que pasara la noche, o aunque sólo fuera una hora, en su casa, o que le acompañara a algún restaurante o espectáculo de París o de fuera de París, la llamaría por teléfono y le enviaría el coche, a menos que fuera a buscarla el propio René. En aquel momento, ella tenía la palabra. ¿Consentía? Pero ella no podía hablar. La voluntad que le pedían que expresara era la voluntad de abandonarse, de aceptarpor anticipado cosas a las que ella sin duda deseaba decir que sí, pero a las que su cuerpo se negaba; por lo menos, en lo relativo al látigo.

Desclos nunca se alejó de Paulhan. Tiempo después de su muerte, un final para "La historia de O" sale a la luz: "Rertorno a Roissy", en donde la historia de la sumisa continúa, pero ahora ya no es una esclava sino una simple prostituta. La autora explicaría que con la muerte de su amado, también decidía "matar" a O, la esclava, y enterrarla.

Allí atrás de esas novelas hubo candela.


Reage, Pauline - Historia De O



miércoles, 7 de noviembre de 2012

Historia BDSM - Cuarta parte

Viene de acá

¿Cómo se entendía en el siglo 19 lo que hoy es el BDSM? ¿Cómo lo reflejaba la literatura de entonces?
Durante la segunda mitad del siglo 19, Loepold Von Sacher Masoch publica un libro insólito: La venus de las pieles.
En dicho libro, el autor despliega sus más intimas fantasías: se humillado por una mujer y convertirse en su esclavo. ¿Ropa de cuero negro?, No, aún no, aquí se trata de elegantes vestidos y abrigos de pieles. ¿Dolor?, sí pero más psicológico que otra cosa.


—Sin duda, y así es como me explico el simbolismo que atribuye la piel al poder y a labelleza. Por esto, desde las primeras edades del mundo las adoptaron los reyes, y así también una tiránica nobleza tuvo la pretensión, mediante las leyes suntuarias, de reservárselas como un privilegio exclusivo, mientras a su vez los grandes pintores las destinaban a las bellezas grandes. Rafael y el Tiziano no encontraron fondo mejor que una piel oscura: aquél, para las divinas formas de la Fornarina; éste, para el cuerpo rosado de su bien amada.
—Le doy a usted gracias por esta disertación erótica —contestó Wanda—, pero no me loha dicho usted todo; usted añade aún otro sentido particular a las pieles.
—Ya le he dicho a usted y la he repetido que el dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa. Esta mujer, este extraño ideal de aborrecible estética, me loimagino como el alma de Nerón en el cuerpo de Friné.
—Comprendo; eso da a la mujer algo de imperioso, de imponente.
.....
—De suerte que una piel despierta siempre en usted extrañas visiones —interrumpióWanda, envolviéndose, llena de coquetería, en su soberbio manto de piel, de tal modo, que la pelliza de cebellina de sombríos reflejos dibujaba maravillosamente su busto y susbrazos—. Y ahora, ¿cómo se encuentra usted? ¿Está usted ya medio atacado? 
Y sus ojos verdes, penetrantes, se posaron sobre mí con una extraña y dulce complacencia, mientras que, transportado de pasión, yo caía prosternado ante ella con losbrazos tendidos.
—Sí, usted ha vuelto a despertar en mí mis fantasías favoritas, dormidas hacía tanto tiempo.
—¿Cuáles? Y posó la mano en mi nuca. Bajo el calor de aquel contacto, bajo la mirada que me escrutaba con ternura a través delos párpados entornados, se apoderó de mí una embriaguez dulce.
—Ser el esclavo de una mujer hermosa; tal es lo que amo, lo que adoro.
—¡Y por lo mismo os maltrata ella! —interrumpió Wanda, riendo.—Me ata y me flagela, y me ofende con el pie, mientras pertenece a otro. 
La venus de las pieles de Leopold Von Sacher Masoch, 1870

De este individuo nos llega el término "masoquismo".

Unos años después, la literatura de la época Victoriana hace su aparición. Aquí ya hay elementos comunes en los libros: una señorita virgen es llevada a un cuarto de castigos y dejada en camisa para ser azotada en las nalgas por una mujer mayor a las órdenes de un viejo. Esta escena y una posterior desfloración se repiten hasta el cansancio en la abundante literatura erótica de la época.


De nuevo la odiada vara silbó en el aire y me cortó la carne magullada, tanto en el culo como en las caderas, escociéndome y llevándome a la agonía, pero él parecía tener cuidado para no derramar sangre; sin embargo, no tenía escapatoria, sólo era su deliberado plan de ataque, como para no agotar demasiado pronto a su víctima.
—Muerde, araña y lucha contra mis órdenes de nuevo; vamos, a que no te atreves. Miss Rosie, ya sabes lo que he de esperar de ti la próxima vez. No mereces misericordia, tu haraganería era bastante mala, pero tu conducta tan necia es aún peor; creo que hubieras sido capaz de matar a alguien con tu furia. Venga, muerde, araña, lucha, ¡eh! Muerde, ¿por qué no lo haces?
Así hablaba el viejo, calentándose cada vez más en su ataque, mientras mi sangre corría por mis pobres caderas.
Cada nuevo azote era una agonía espantosa, y debí de haberme desmayado, pero su forma de hablar actuaba en mí como si fuese cordial, además del dolor que sentía, una calidez y excitación muy agradable, imposible de describir, me fue llenando, cosa que sin duda tú, querida amiga, debes de haber sentido cuando estabas bajo mi disciplina.
Pero toda mi fortaleza no pudo suprimir más tiempo mis suspiros y gritos, y por fin creí morir bajo la tortura, a pesar de la exquisita sensación que con ella se mezclaba, y a pesar de mis ayes y gritos tensos, no volví a pedir misericordia. Mis solos pensamientos se ocupaban del deseo de vengarme, de cómo me gustaría latigar y cortar en pedazos a todos, especialmente al general y a Jemima, y hasta a la pobre y llorosa Jane. Sir Eyre parecía olvidar su edad y seguía su labor tremendamente excitado.
—¡Condenada! ¿No vas a pedir misericordia? ¿No te excusarás tú, putita de barrios? —silbaba entre los dientes—: Eres más fuerte y obstinada que toda la familia junta, una verdadera astilla de tal palo. Pero no soportaría que esta diabla me pegase, Mrs. Mansell, eso sí que no podría aguantarlo.
—¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! —gritó, y por fin el viejo asqueroso dejó caer la vara de su mano, mientras se hundía exhausto en la silla.
—Mrs. Mansell —resolló—, dele una buena azotaina, una media docena más, con una vara nueva, para ver si acabamos con ella, y que sepa de una vez que aunque ella puede agotar a un viejo, siempre habrá otros brazos fuertes que le administren justicia a culo tan atrevido.
La gobernanta, obedeciendo a su mandado, tomó una vara nueva de abedul y me golpeó deliberadamente, contando uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis (sus golpes eran fuertes, pero parecíame que no escocían tanto como los del viejo).
—Ya está —y me dijo—: Miss Rosa, podía haber puesto más empeño en esta labor, pero le tengo lástima, pues es la primera vez.
Casi muerta, y terriblemente herida, pero también victoriosa, tuvieron que llevarme a mi habitación. Pero ¿qué victoria? Toda destrozada y sangrante como estaba, y además con la certeza do que el viejo general renovaría su ataque tan pronto como tuviera la más rápida oportunidad.
La pobre Jane sonrió y lloró sobre mis nalgas laceradas, mientras me lavaba con árnica y agua fría; parecía estar acostumbrada a estos asuntos, pues cuando iba a retirarse a descansar conmigo (pues hice que durmiéramos juntas) le pregunté si a menudo había atendido y curado culos sangrantes anteriormente.
—Sí, Miss Rosie, pero debe guardarme el secreto y hacer como si nada supiera. Hasta a mí misma me han fatigado, pero no de tal forma como a usted, aunque siempre es cruel. A todas nos gusta después de la primera o segunda vez, en especial si no nos hacen sangrar mucho.
La confesión de Miss Coote, anónimo aparecido en la Revista La Perla (1879)

En esta época no sólo se repetían las escenas, y los personajes, sino que las chicas solían tener nombre comunes, como "Lady Pockingham" o Rose. Pero esta literatura no trascendió el siglo. La verdadera parafernalia del BDSM es del siglo 20, de la posguerra.

Ya termino.



miércoles, 31 de octubre de 2012

Historia BDSM- Tercera parte

Viene de Aquí

Hace mucho leía a "Boogie el aceitoso", curiosa caricatura hiperviolenta de Fontanarrosa. En uno de los capítulos en los que Boogie está ayudando a su vecino con una reparación, éste se queja de la violencia en el mundo; pero no sólo de la violencia física, sino del ruido, la contaminación y el estrés, que son a su vez una forma de violencia que nos agrede. Boogie agarra unas pinzas y comienza a torturar a su vecino, a la vez que le explica que eso que describe no es violencia, que la violencia debe doler físicamente.

Así podemos describir el BDSM que inventó el marqués de Sade a finales del siglo dieciocho. Antes de él hay escritos que describen la flagelación; pero Sade traspasa todo límite en sus escritos y refleja el sadismo en su más pura esencia: el dolor ajeno como disparador sexual, independientemente del contacto sexual:


Respecto a la flagelación activa, ¿puede haber en el mundo una voluptuosidad mayor para seres endurecidos como nosotros? , ¿hay alguna que dé mejor la imagen de la ferocidad, que satisfaga más, en una palabra, esa inclinación a la crueldad que hemos recibido de la naturaleza?... ¡Oh Juliette!, someter a esta degradación a un objeto joven, interesante y dulce, y que tenga la mayor cantidad de afinidades posible con nosotros, hacerle experimentar duramente esta forma de suplicio, cuyos alcances tienen todos por emblema la voluptuosidad, divertirse con sus lágrimas, excitarse con sus penas, exaltarse con sus saltos, inflamarse con sus brincos, con esos retorcimientos voluptuosos que arranca el dolor de la víctima, hacer correr su sangre y sus lágrimas, encarnizarse con ellas, gozar sobre su bonito rostro de las contorsiones del dolor y de los juegos musculares impresos por la desesperación, recoger de su lengua esos chorros púrpura que tan bien contrastan con el tinte de los lirios de una piel suave y blanca, aparentar que te calmas un momento para aterrorizar a continuacióncon nuevas amenazas, y no realizar las amenazas más que con otros refinamientos más ultrajantes y más atroces todavía, no ahorrar nada dé cólera, y recorrer con la misma rabia las partes más delicadas, las mismas que la naturaleza parece haber creado para homenaje sólo de los tontos, como el pecho o el interior de la vagina, como el mismo rostro. 
Fragmento de Juliette, libro 1

Sade escribe sobre flagelación pasiva como un medio de inflamar los goces y sensibilizar el cuerpo; pero habla de la tortura como el fin de la sensualidad y de la destrucción de el objeto (que no persona) como la máxima sublimación del placer.


¿Cuál es el objetivo del hombre que disfruta? ¿No es el de dar a sus sentidos toda la excitación de que son capaces, a fin de llegar mejor y más cálidamente, por medio de ello, a la última crisis... crisis preciosa que caracteriza el placer de bueno o de malo, según la mayor o menor actividad con que se ha alcanzado esta crisis? Ahora bien, ¿no es un sofisma insostenible atreverse a afirmar que es necesario para mejorarla que sea compartida por la mujer? ¿Acaso no es evidente que la mujer no puede compartir nada con nosotros sin arrebatárnoslo, y que todo lo que ella roba debe ser necesariamente a nuestras expensas? Yme pregunto entonces, ¿qué necesidad hay de que una mujer goce cuando nosotros gozamos? ¿Existe en esta actitud otro sentimiento que el halago querecibe el orgullo? ¿Y no se obtiene de una manera mucho más estimulante la.percepción de este sentimiento orgulloso obligando, al contrario, con dureza a esta mujer a dejar de gozar, a fin de hacernos gozar, a fin de que nada le impida ocuparse de nuestro goce? ¿La tiranía no halaga el orgullo de una manera mucho más viva que las buenas obras? En una palabra, ¿el que impone no es el amo con mucha mayor seguridad que el que comparte? Pero ¿cómo se le pudo ocurrir a un hombre razonable que la delicadeza tuviera algún valor en materia de placer? Es absurdo querer defender que sea necesaria; jamás añade nada al placer de los sentidos: digo más, lo perjudica. 
...
Es una desdicha despreciable que, para el incremento de la voluptuosidad del hombre,tenga que descuidar o turbar la de la mujer, pues si bien esta turbación le hace ganar algo, lo que pierde el objeto que le sirve no le afecta en nada. Debe resultarle indiferente que este objeto sea feliz o desdichado, con tal de que le resulte deleitable; no existe realmente ningún tipo de relación entre este objeto y él. Sería, pues, una locura ocuparse de las sensaciones de este objeto a expensasde las propias; absolutamente imbécil si, para modificar estas sensaciones ajenas, renuncia al mejoramiento de las propias. Dicho eso, si el individuo deque hablamos está desdichadamente estructurado de manera que sólo se conmueve si produce, en el objeto que le sirve, sensaciones dolorosas, confesarás que debe entregarse a ellas sin remordimientos, ya que está ahí para disfrutar, prescindiendo de todo lo que pueda resultar para ese objeto.

¿Tiene esta filosofía algo qué ver con el Sadomaso, la dominación y rollos de nuestra época? En el plano práctico muy poco, pero en el plano de influencia tiene todo qué ver, y no se trata sólo del término "sadismo" que viene de su nombre y que se ha utilizado de una manera bastante platónica; se trata de que este autor maldito desaparece por un siglo para ser rescatado más tarde en el siglo 20, e inspirar a toda una generación; generación que terminaría inventando el BDSM como lo conocemos hoy.

Toda la parafernalia de los látigos, tacones, cuero, etc, están ausentes de la literatura sadeana, aquí lo que manda es la desnudez, algo poco común en aquella época; hay calabozos, pero el escenario es real, la tortura es real y las víctimas mueren, no disfrutan; no son masoquistas, pues, porque ello no excitaría a un verdadero sádico.


Sigo pronto.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Historia BDSM - Segunda parte


Tomba Della Fustigazione, con una imagen
de "spanking" en un contexto erótico
Viene de aquí

El Sadomasoquismo no ha existido siempre ..... mas bien, el término y su acepción actual no es tan antiguo como podemos pensar, aunque las prácticas han existido por miles de años.

De algún modo, la asociación del dolor físico con el placer (de darlo o de recibirlo) tiene algún elemento psicológico porque no podemos hablar de prácticas similares en culturas distantes y aisladas sin pensar en algún motivo más inherente a lo humano.

Johann Heinrich Meibom (1590-1655) en su "Tractus de usu flagrorum in re Medica" (tratado del uso del látigo en el tratamiento), 1639 dice que "Hay personas quienes son estimuladas sexualmente por golpes o palos, y llevados hasta el ardor de la lujuria por los golpes; el elemento que nos distingue como hombres, debe ser planteado como el encanto vigorizante del látigo"

En 1886, el sexólogo austriaco Richard von Krafft-Ebing (1840–1902) toma prestados los términos "sadismo" y "masoquismo" del marqués de Sade y de Leopold Von Sacher Masoch para describir un grupo de parafilias Parestésicas "de deseo sexual desviado" y las clasifica junto con la bestialidad y la homosexualidad. Fué él quien por primera vez utiliza los términos, aunque de modo bastante discutible, como veremos adelante.

Hasta ese momento, la asociación del dominante como varón y la sumisa como mujer es dado como un hecho, siendo el impulso masculino natural como sádico y el femenino como masoquista (algo que nada tiene que ver con Sade o Masoch, como luego veremos)

Aproximadamente por la misma época, el biólogo y psiquiatra Shoval Vail Clevenger sostenía la teoría de la sexualidad activa y pasiva. El decía que en la evolución había dos modos en que las bacterias podían intercambiar su material genético: comiendo otra bacteria o siendo comidas. Los bacteriófagos fueron considerados activos  los dominados pasivos. El impulso del hambre se derivaba de este impulso primordial  y se desarrolló posteriormente en impulsos sexuales.

James Kiernan comenzó a aplicar éstas teorías, etiquetando los impusos baceriófagos como masculinos y los pasivos como femeninos. Esto explicaba los roles sexuales, pero describía el sadomasoquismo como exageraciones del rol natural.

Una jalada, pues.

Havelock Ellis decía sue el dolor era una forma de simbolismo erótico sue estimulaba una deficiencia sexual del paciente, y que era normal haste cierto punt.  Las mujeres naturalmente sumisas obtendrían si placer sexual de ser dominadas y los hombres de dominar. Las mujeres como masoquistas innatas y predispuestas. El masoquismo masculino y el sadismo femenino eran una desviación, como la homosexualidad.

Bueno, este tema de los psicólogos me cansa.

Muchos años antes que la obra de Sade, hay una escena de flagelación "con todas las de la ley" en la literatura erótica.....se trata de nada menos que Fanny Hill quien introduce esta variación entre sus páginas:


Yo iba a buscar los instrumentos disciplinarios a un armario; eran varias varillas, cada una hecha con dos o tres ramitas de abedul atadas juntas; él las tomó, las tocó y las miró con mucho placer, mientras yo sentía un estremecedor presagio.
Luego, trajimos desde el extremo de la habitación un gran banco, vuelto más cómodo mediante un cojín blando con un forro de calicó; cuando todo estuvo listo, se quitó la chaqueta y el chaleco y, así qué me lo indicó, desabotoné sus calzones y levanté su camisa por encima de la cintura, asegurándola allí; cuando dirigí, lógicamente, mis ojos a contemplar el objeto principal en cuyo favor se estaban tomando estas disposiciones, parecía encogido dentro del cuerpo, mostrando apenas la punta sobre el matorral de rizos que vestía esas partes, como un abadejo asomando entre la hierba.
Inclinándome entonces para soltar sus ligas me ordenó que las usara para atarle a las patas del banco, un detalle no muy necesario, supuse, ya que él mismo lo prescribía, como el resto del ceremonial.
Lo llevé hasta el banco y, de acuerdo a mis instrucciones, fingí obligarlo a acostarse allí, cosa que hizo después de alguna resistencia formal. Quedó tendido cuan largo era, boca abajo, con un cojín debajo de la cara; mientras yacía mansamente, até sus manos y sus pies a las patas del banco; hecho esto y con la camisa subida por encima de la cintura, bajé sus calzones hasta las rodillas de modo que exhibía ampliamente su panorama posterior, en el que un par de nalgas gordas, suaves, blancas y bastante bien formadas se levantaban como cojines desde dos carnosos muslos y terminaban su separación uniéndose donde termina la espalda; presentaban un blanco que se hinchaba, por así decirlo, para recibir los azotes.
Tomando una de las varillas me coloqué encima de él y de acuerdo a sus órdenes le di diez latigazos sin tomar aliento, con muy buena voluntad y el máximo de ánimo y vigor físico que pude poner en ellos, para hacer que esos carnosos hemisferios se estremecieran; él mismo no pareció más preocupado o dolorido que una langosta ante la picadura de una pulga. Mientras tanto, yo contemplaba atentamente los efectos de los azotes que, a mí, por lo menos, me parecían muy crueles; cada golpe había rozado la superficie de esos blancos montes, enrojeciéndolos y golpeando con más fuerza en la zona más alejada de mí habían cortado en los hoyuelos unos cardenales lívidos de los que brotaba la sangre; de algunos de los cortes, tuvo que retirar trocitos de la varilla que habían quedado incrustados en la piel. La crudeza de mi trabajo no era asombrosa, considerando que las varillas eran verdes y yo había azotado con severidad mientras la superficie de la piel estaba tan tensa sobre la pulpa dura y firme que la llenaba que difícilmente podía ceder o cimbrear bajo los latigazos, los que, por lo tanto, tenían mayor efecto y herían la carne viva.
Yo me sentí tan conmovida ante ese patético espectáculo que me arrepentí profundamente de mi compromiso, y lo hubiese dado por terminado, pensando que ya había tenido bastante, si no me hubiera animado y rogado encarecidamente que prosiguiera; le di diez azotes más y luego, mientras descansaba, examiné el aumento de apariencias sangrientas. Finalmente, endurecida ante la visión por su resolución de sufrir, continué disciplinándolo con algunas pausas, hasta que observé que se enroscaba y retorcía de un modo que no tenía ninguna relación con el dolor sino con alguna sensación nueva y poderosa; curiosa por comprender su significado, en una de las pausas, me acerqué, mientras él seguía agitándose y restregando su vientre contra el cojín que había abajo y acariciando primero la parte sana y no golpeada de la nalga más próxima a mí e insinuando después mi mano debajo de sus caderas, sentí en qué posición estaban las cosas adelante, cosa que resultó sorprendente: su máquina, que por su aspecto yo había considerado impalpable, o por lo menos diminuta, había alcanzado ahora, en virtud de la agitación y el dolor de sus nalgas, no sólo una prodigiosa erección sino un tamaño que me asustó hasta a mí, un grosor inigualado, por cierto, cuya cabeza llenaba mi mano hasta colmarla. Y cuando quedó a la vista, a causa de sus agitaciones y retorcimientos, se hubiera dicho un solomillo de la ternera más blanca, gordo y corto para su anchura, igual que su dueño. Pero cuando sintió mi mano allí me rogó que continuara azotándolo con fuerza, porque si no no llegaría a culminar su placer.
Retomando entonces las varillas y el ejercicio, había consumido ya tres haces cuando, después de un aumento de las luchas y movimientos y uno o dos profundos suspiros vi que se quedaba inmóvil y silencioso y luego me rogaba que desistiera, cosa que hice instantáneamente, procediendo a desatarle; no pude menos qué asombrarme ante su pasiva fortaleza al ver la piel de sus nalgas heridas y destrozadas y antes tan blancas, suaves y pulidas; ahora tenían uno de sus lados convertido en una red de magulladuras, carne lívida, incisiones y coágulos, tanto que cuando se puso de pie apenas podía andar. En una palabra, estaba frágil como una rosa.
Luego, percibí claramente en el cojín los rastros de una efusión muy abundante; su holgazán miembro ya había vuelto a su viejo refugio, donde se había ocultado, como avergonzado de mostrar su cabeza que nada, aparentemente, podía estimular más que los golpes que se asestarán a sus vecinos del fondo, vecinos que se veían constantemente obligados a sufrir por causas de sus caprichos.


Después el susodicho le da a ella su ración de varazos, que ella no llega a disfrutar, pero que la ponen en un estado de calentura que sólo pudo ser apagado a manguerazos.

1748, ya existe el BDSM en una forma muy similar a lo que hoy conocemos, pero no hay ropa de cuero, no hay calabozos. La flagelación se da en cuartos iluminados, por prostitutas que se dejan puesto el camisón.

Sigo pronto, ya estoy llegando al punto.






viernes, 19 de octubre de 2012

Historia BDSM- Primera parte


Antes de abordar un tema tan espinoso debo confesar que lo hago desde una ignorancia profunda y enciclopédica; el mundo del Bondage, Sadomasoquismo, dominación, esclavitud y vainas circunvecinas me son tan insondables como los vedas sánscritos o las ecuaciones diferenciales. Lo mío es la literatura y desde esa óptica voy a sembrar la duda en ese mar de calma que son sus mentes.

Cuando hablamos de Sadomasoquismo nos imaginamos calabozos mal iluminados, látigos, ropas de cuero negro, cuerdas y esposas. ¿Nos hemos preguntado alguna vez de dónde viene esa decoración? ¿Porqué cuero negro y no....digamos.......plumas verdes? ¿Porqué un calabozo y no un altar?

¿Sade practicaba el sadomasoquismo? ¿escribía sobre él? ¿Puede existir una relación sadomasoquista con componentes eróticos? ¿Cuál es el ave oficial del estado de Nuevo México? (estoy viendo si ponen atención)

El sexo asociado con dolor (real o simbólico), la humillación erótica, la violencia erótica, bondage, disciplina, dominación-sumisión, sado-masoquismo, algolagnia o algofilia no es común en la literatura y antes de la época victoriana era bastante raro encontrarla.

En "El arte de amar", Ovidio explica:

Aunque diga que la has poseído con violencia, no te importe; esta violencia gusta a las mujeres: quieren que se les arranque por fuerza lo que desean conceder. La que se ve atropellada por la ceguedad de un pretendiente, se regocija de ello y estima su brutal acción como un rico presente, y la que pudiendo caer vencida sale intacta de la contienda, simula en el aspecto la alegría, mas en su corazón reina la tristeza. Febe se rindió a la violencia, lo mismo que su hermana, y los dos raptores fueron de sus víctimas muy queridos.

En El satiricón, Petronio describe el ambrujo que hace la vieja hechicera a un joven para curarle su impotencia:

"Oenotea saca un falo de cuero y, después de frotarlo con una mezcla de aceite, pimienta molida y semilla de ortigas trituradas, me lo introduce suavemente por el ano.
Luego, la despiadada vieja me unta una y otra vez las piernas con la misma sustancia
......................
Mezcla un poco de jugo de mastuerzo con abrótano y, rociándome las partes, coge un puñado de ortigas verdes y se pone a golpearme suavemente todo el cuerpo hasta la altura del ombligo."

En el antiguo manual hindú, el Kama Sutra, se mencionan prácticas eróticas que incluyen el golpear, arañar, nalguear, etc, además de que nos habla de pociones para hacer esclava a la mujer mediante el uso de unguentos picantes en el pene........sin embargo éste texto llega hasta nosotros a través de Sir Richard Burton, inglés victoriano, así que él pudo haber inventado una parte.

La unión de los animales, dicen, se parece a una disputa, porque el amor tiene la naturaleza de una disidencia y enfado. Los golpes forman parte de la pasión. Los lugares son los hombros, la cabeza, el espacio entre los senos, las espaldas, el pubis, los costados; pertenecen a cuatro variedades: con el revés de la mano, con la mano en forma de copa, con el puño y con la palma de la mano.
De éstos, a los que corresponde un dolor, se origina la emisión de gemidos de muchas clases; hacen ocho con los gritos, que son: pronunciar el sonido hinn, tronar, arrullar, llorar, emitir los sonidos sut, uf y pufff. Luego hay palabras que quieren decir "mama", que expresan oposición, deseo que le dejen a uno libre, "basta" y otras con significado parecido. Además se pueden imitar (los gritos) de la tórtola, del cuclillo, de la paloma y del papagayo, el zumbido de las abejas y (las voces) de la gallineta, de la oca,de la pata y de la perdiz, todos mezclados con gemidos.
Cuando la mujer se sienta de rodillas, se la puede golpear con el puño en la espalda. Entonces, como si estuviera enfadada, ella tiene que imitar el ruido del trueno, llorar, arrullar y devolver el golpe. Durante la unión, el hombre la golpee entre los senos con el revés de la mano, comenzando suavemente y aumentando según va creciendo la pasión, hasta el clímax. Entonces, cuando se le pega, ella emite el sonido hinn y todos los demás, sin restricción, insistiendo y variando.
Cuando se le pega en la cabeza con los dedos un poco curvados mientras ella se muestra arisca y emite el sonido pufff, se tiene el golpe con la mano "en forma de copa". Entonces ella arrulle desde lo más profundo de la garganta e insista con el sonido pufff. Al terminar la unión, se expresará con suspiros y llantos. Pronunciar el uf significa imitar el ruido, poco más o menos, de una caña de bambú que se parte; el pufff se parece, por el contrario, a una baya de yuyuba que se cae en el agua.
En los casos en que recibe besos y otras prácticas de amor la mujer debe corresponder con gemidos.Si, por la pasión, se le pega con insistencia, utilice palabras que expresen oposición, deseo de que le dejen libre, "basta", invoque a su madre y grite, imitando, a la vez, el ruido del trueno entre suspiros apagados y llantos. Cuando está a punto de concluir la excitación, él golpee el pubis y los costados ,desahogándose, hasta el clímax. Aquí eleve de prisa el grito de la perdiz o de la oca. Son los distintos modos de utilizar los sonidos y los golpes.
Llamamos esencia del hombre a la rudeza y a la impetuosidad;la impotencia, el dolor, el retirarse y la debilidad, esencia de la mujer.
En ocasiones, por la pasión y la costumbre, puede tener lugar una permuta,pero no por mucho tiempo, y, al terminar, se vuelve a la naturaleza de cada uno.

Personalmente encuentro muy divertido el pensamiento de Shobal Vail Clevenger, Jr. (1843-1920), un psiquiatra de Chicago especializado en enfermedades mentales, él pensaba que la causa del sadomasoquismo nos viene por la genética..........todo viene desde  que éramos bacterias asexuadas que teníamos impulsos denominación y sumisión sexual (interesante que la dominación-sumisión preceda al sexo)

Pero........me van a tener que esperar un poco. Sólo les quería compartir: el BDSM, al menos el literario, es más que mazmorras, látigos y ropa de cuero negro.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Unos pensamientos sobre "Cincuenta sombras de Grey"

Mi primo
Estoy en un estado continuo de apendejamiento creativo, siento cómo las ideas reptan por mi cabeza, pero no se deciden a emerger..........allá ellas pero yo no puedo escribir con fluidez.

Desde hace meses estoy leyendo el libro de moda, pero sinceramente estoy en un estado de apendejamiento literófago también y no he podido terminar de leerlo tampoco, ni ese ni los otros seis libros que tengo empezados......... pero como no los pienso dejar en paz tampoco a ustedes, voy a hacerles unos comentarios profundamente desinformados al respecto de este libro; unos comentarios que los harán pensar "No manches, eso es tan profundo que no sirve absolutamente para nada" y "Ahora que lo escribió no se si reírme, llorar o tirarme un pedo":

1.- La editorial no me quiso regalar el famoso libro aún después de habérmelo ofrecido. No estoy seguro si porque soy mexicano, porque soy menos popular que la gripe o porque  ¿qué persona en su sano juicio querría leerme?, o será porque, al ser la traducción para España, probablemente mi pobre idioma "mexinaco" no podría soportar ese nivel tan elevado de cultura y el cerebro comenzaría a salírseme por la pilinga y los destos me explotarían y saldrían rebotando bajo los pantalones y........(Sospecho que fue para no pagar el flete).

2.- Yo solía tener problemas para conciliar el sueño, pero para mí los primeros seis capítulos fueron como un refrescante sopor....como estar en un día húmedo y caluroso bajo las axilas de mamá gallina, como si mi mente quisiera escapar de la realidad y desconectarse. Toda una medicina contra el insomnio. Ya después hay más cachondeos, meneos y "ganchos", pero cualquier libro que no te gancha los primeros 15 minutos......bueno, no augura nada bueno.

3.- Tengo una vecina que es bibliófila y culta, algo muy poco común en mi medio social donde las vecinas son consumistas y presuntuosas. En su opinión (que comparto)  Cincuenta sombras es "el Harry Potter de las novelas rosas". Lenguaje sencillo, trama trillada y final predecible. Pero tiene dos cosas que atraen a las mujeres: sexo explícito y sufrimiento emocional.

4.- Tengo una prima guapa, sexosa y recién casada. Como regalo de segundo mes de aniversario, su sufrido esposo (el de ella, no el de ustedes) fue a la librería y pidió "Recomiéndeme un libro para regalar a mi esposita". El la debe adorar para haberse casado contra ella, pero bueno, el caso es que ella dice estar encantada con el libro (no creo que haya leído antes algún libro) y dice agradecérselo de una manera carnal, como se hacía en los viejos tiempos cuando los hombres éramos hombres y las mujeres no nos decían leperadas.

5.- Tengo otra prima guapa y sexy, casada con un hombre bueno y tradicional. Cuando ella le pidió a su marido (mi primo, no el de ustedes) que le comprara el libro, él le respondió que no, que "seguramente era un libro pornográfico y por eso lo quería" ...... y ya......... no se lo compró. Mi otra prima la escuchó, y su filosófica respuesta fue: "No seas pendeja, cómpratelo y léelo en la cama antes de apagar la luz.....vas a ver que te compra los otros dos" (Vaya con la prima)

6.- ¿Porqué un libro con un tiraje tan grande y ventas seguras es tan costoso?

Mi punto es.........no me importa que el libro sea malo, que trate un tema como la dominación desde una óptica debatible, y que hable de tratar a una mujer de un modo que yo no me atrevo a tratar a mi perrito. A mí me da mucho gusto que la gente lea......aunque sea este libro.

Y ya.

Luego hago el literotismo.

miércoles, 3 de octubre de 2012

"La famosa escena de la mantequilla"


Existen obras cinematograficas y literarias que sin ser eróticas tienen una escena tan subida de tono (o "salida de los pelos") que quedan en la mente del expectador y se les identifica por esa única escena. Como ejemplo me acuerdo de Sharon Stone abriendo las piernas en "Bajos Instintos" o Monica Bellucci siendo violada brutalmente en "Irreversible".

No sé si el asociar la mantequilla con el sexo anal tenga raíces más profundas, pero hay una escena de "El último tango en París" que hace que muchos no podamos tomar la mantequilla con los dedos sin recordarla:



—¿Tienes miedo? —preguntó él—. Siempre tienes miedo. Nuevamente alargó la mano hacia la tabla.
—No —dijo ella—, tal vez hay secretos de familia escondidos allí. Paul retiró la mano
—¿Secretos de familia? —dijo y su voz sonó falsamente dócil—. Te contaré secretos de familia.
Paul la agarró del cuello con una mano y con la otra, la obligó a echarse, el rostro contra el piso. Paul sintió una furia descontrolada ante la mención de la familia. Esa gran institución moral, pensó, esa creación divina intocable, formada con el objeto de fomentar la virtud entre los buenos ciudadanos, el tabernáculo de todas las virtudes e, incidentalmente, lo que más odiaba.
Jeanne se resistió débilmente.
—¿Qué haces? —preguntó mientras él le pasaba una mano por debajo del cuerpo y le desabrochaba lospantalones.
—Te voy a hablar de la familia —dijo bajándole con violencia los pantalones hasta las rodillas y desnudándole las nalgas—. Esa institución sagrada que fomenta la virtud entre los salvajes.Jeanne trató de recuperar el aliento y luchó. Paul la inmovilizó con el peso de su cuerpo, una mano aferradaa su nuca. Por un momento pareció dudar sobre el curso de acción a seguir, pero entonces vio el papel metálico que contenía la mantequilla. Con un pie, lo acercó.
—Quiero que repitas conmigo dijo y metió los dedos de su mano libre en la mantequilla. Con calma, se la aplicó en el ano, engrasándola, pensó, como se prepara un cerdo para la broqueta. Sus dedos eran brutalmente eficientes.
—No y no —insistió ella, sin creer realmente que lesucedería eso—. ¡No!
Paul se desabrochó y todavía haciendo presión se quitó los pantalones. Se puso de rodillas contra el cuello de Jeanne y puso sus piernas entre las de ella. Jeanne sintió que la estaba preparando para el ataque y experimentó terror y un total desamparo.
—Ahora repite conmigo. Sagrada familia...—comenzó a decir y le separó las nalgas con los dedos.Se echó contra ella intentando penetrarla—. ;Vamos, dilo! Sagrada familia, la iglesia de los buenos ciudadanos...
—Iglesia —exclamó ella— ...los buenos ciudadanos.
Jeanne pegó un grito, el rostro aplastado contra las tablas suaves, los ojos absolutamente cerrados. El dolor vino de pronto, penetrante. El pene se había convertido en un arma.
—¡Dilo! — ordenó respirando agitado—. Los niños son torturados hasta que dicen la primera mentira.
—Los niños...Ella gritó nuevamente cuando él la penetró más profundamente.
—Donde la voluntad es rota por la represión —dijo él susurrando las palabras entre los dientes.—Donde la voluntad es rota...
Jeanne empezó a sollozar debido tanto a la humillación como al dolor. Paul renovó su asalto, su cuerpo entregado a un ritmo urgente y creciente. Era enorme en ese lugar virgen.
—Donde se asesina a la libertad —dijo él.
—Donde se...
—El egoísmo asesina a la libertad. Clavó los dedos en su carne como si ella se pudiera evaporar y escapar de él. Ya no era posible escapársele ni rechazarlo y sus sollozos sólo servían para que él la penetrara más profundamente.
—La familia...—La familia —repitió ella con un largo y agónico gemido.
—Tu familia de mierda, de mierda —susurró él acabando—. ¡Oh por Dios!
Jeanne quedó echada sobre el piso, totalmente desamparada. Pasó el espasmo, pero Paul no salió de ella. Le tomó el cabello con una mano y le hizo girar la cabeza en dirección al hueco secreto. Con la otra mano, levantó un poco la tabla.
—¡Abrela! —le ordenó.
—¿Por qué? —preguntó Jeanne aún gimiendo. ¿Qué más podía querer después de esta última y devastadora degradación?
—¡Abrela! —repitió él.
Jeanne levantó la alfombra poniendo al descubierto una cavidad no más grande que un ladrillo. Estaba vacía.
Paul rodó a un costado y quedó echado en el piso. Ahora todos los orificios habían sido violados; todos estaban vacíos. El vacío de Paul permanecía insatisfecho.
Lentamente, Jeanne se puso los pantalones, reprimió los sollozos y se limpió la nariz con la manga de tela rústica de su blusa campesina.
Podría haberse ido entonces, pero sintió que su propio poder estaba creciendo. El no tenía derecho a tratarla de ese modo, como a una esclava.


Fragmento de "El último tango en París" de Robert Alley









sábado, 22 de septiembre de 2012

Relatos Eróticos (escritos por mujeres)

Las mujeres, como las ecuaciones diferenciales o la poesía, son asombrosas y llenas de sorpresas. No quiero sonar trillado, pero yo no entiendo la poesía ni las ecuaciones diferenciales.

Este libro del que les voy a hablar lo compré casi por aburrimiento. Me tropecé con él en los libros usados y sólo lo compré por el renombre de las autoras de los cuentos. Es un libro editado en los noventas por "Editorial Castalia y el Instituto de la mujer" y forma parte de una colección que en un derroche de imaginación se llama "Biblioteca de escritoras", una colección bastante enfocada a la poesía moderna y antigua escrita por mujeres.

La introducción ni siquiera la tomo en cuenta. Sé que Carmen Estévez puso toda su alma en esta obra y obtuvo algo superior, pero la introducción me parece simple y llanamente anacrónica para nuestros días.
Mercedes Abad, Susana Constante, Paloma Díaz-Mas, Marina Mayoral, Lourdes Ortiz, Ana Rossetti y Esther Tusquets nos presentan sus historias. ¿Qué es lo que me asombra? me asombra que yo nunca me había dado cuenta la versatilidad de las mujeres para usar el erotismo en la literatura. No estamos hablando aquí de escribir literatura erótica para excitar al lector (aunque lo hagan), ni estamos hablando de utilizar el erotismo para mostrar rebeldía, liberalidad o ideas contestatarias a las "buenas costumbres" (como la introducción sugiere de un modo feminista-noventero-simplista)

Mercedes Abad nos regala dos relatos. El primero se trata de la descripción de unas orgías muy particulares "Ligeros divertimentos sabáticos" nos presenta un mundo casi surrealista de gente con costumbres sexuales particulares. En "Pascualino y los globos", tenemos el relato de un hombre a punto de morir bajo el peso de una elefantisiaca mujer con la que está teniendo sexo oral. Mercedes Abad usa el erotismo para hacernos sonreír.....lo cual, bueno, no es extraño en el género, pero es poco común en la literatura de actualidad.

Susana Constante, en "El Jardín" nos presenta  un extraño relato onírico de una mujer a quien el destino la lleva a un misterioso jardín donde todo está acomodado para el placer....incluso el amor. un relato muy complejo que nos da un mensaje que cada quien puede interpretar distinto........que todos tenemos un destino, o que elegir es renunciar........Susana Constante usa el erotismo como un desencadenante de la reflexión del sentido de la vida.

Paloma Díaz-Mas nos regala una fábula moralizante llamada "La discreta pecadora o ejemplo de doncellas recogidas", sobre una princesa medieval que es pervertida inconscientemente por su guardiana, quien le da a leer las vidas de los santos y quien despierta en ella sentimientos masoquistas. Un cuento divertido con un final muy de España de los ochentas. Este cuento me recordó a este otro cuento de Sade. Paloma usa el erotismo como hilo conductor de un cuento reaccionario, pero de un modo muy velado, como si sólo contara un cuento inocente.

"En los parques, al anochecer", de Marina Mayoral se nos presenta una realidad: Nadie somos lo que los demás creen que somos. En el sexo, todos ocultamos secretos. En "La sortija y el sortilegio", de Ana Rossetti tenemos un escalofriante relato de magia negra y seducción, Me recordó "Aura", de Carlos Fuentes,  pero mucho más siniestro.

Esther Tusquets, con "La niña lunática" nos presenta un cuento de una pasión no correspondida.....un cuento de amores tortuosos. Un cuento inacabado en donde el erotismo se utiliza como el anticlímax del amor.

El único negativo que le veo al libro es en el cuento "Alicia" de Lourdes Ortiz, en donde nos muestra a Alicia Liddell contenta de tener juegos sexuales con Lewis Carroll, y aunque el relato es uno de los mejores y las explicaciones sexuales de los libros "Alicia en el país de las maravillas" y "Alicia a través del espejo" son todo un descubrimiento para un bibliófilo como yo, no deja de ser chocante descubrir el goce que una niña obtiene de lo que a mis ojos es una violación y una chingadera. Pero quizás mis ideas me cegaron y no vi el mensaje de la autora.


En las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaba la discreción. El tono de las conversaciones era amable, distendido, modélico.
Durante el segundo plato, el señor Smith pasaba cinco minutos mirando fijamente y sin parpadear el encantador escote de la señora Ferguson. La señora Ferguson se sacaba una de las tetas del escote y le permitía al señor Smith que la acariciara durante otros cinco minutos exactos. Luego la señora Ferguson miraba con actitud culpable hacia su esposo, pero el señor Ferguson estaba profundamente dormido sobre la mesa. Entonces la señora Ferguson se levantaba y, henchida de súbita pasión conyugal, se dirigía hacia su marido, lo besaba ardientemente en la boca, éste se despertaba, correspondía amablemente al beso de su esposa y la comida proseguía con toda normalidad.
Pero durante el resto de la velada la señora Ferguson sufría enormemente porque su marido no era celoso. Todos los invitados compadecían a la señora Ferguson, menos el señor
Smith.
El señor Smith estaba seriamente resentido con la señora Ferguson porque ella no le permitía ir más allá de su teta derecha. Ni siquiera le había dejado ver la izquierda.
La señora Johnson ofrecía todos los sábados una fiesta deliciosa. La señora Johnson era una estupenda cocinera. La deliciosa crema de café con frutos secos triturados y chocolate que la señora Robertson se empeñaba en comer en el interior de la vulva de la señora Smith era una de las especialidades de la señora Johnson.
La señora Smith siempre consentía.
La señora Robertson desaparecía bajo la mesa para comerse los postres.
Nadie espiaba la expresión del rostro de la señora Smith mientras la señora Robertson se alimentaba en su coño.
En las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaba la discreción.
Pero todos los invitados sabían que a la señora Smith le encantaba lo que la señora Robertson hacía en su coño.
Cuando la señora Robertson acababa su deliciosa ración de crema de café con frutos secos triturados y chocolate, volvía a sentarse en la mesa junto a la señora Smith y formulaba verbalmente su extrañeza ante la ausencia del señor Robertson.
Todo el mundo sabía lo que estaba haciendo el señor Robertson, pero todos ellos fingían compartir la extrañeza de la señora Robertson.
La señora Robertson proponía invariablemente que registraran la casa en busca del señor Robertson.
Como en las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaban la solidaridad y el compañerismo cordial, todos se precipitaban a buscar al señor Robertson.
El señor Robertson los esperaba ansiosamente.
Todos lo sabían.
Lo encontraban siempre en la sala de billar, intentando empujar las bolas con su polla. El señor Robertson tenía un falo de casi cuarenta centímetros de longitud.
El señor Robertson sufría enormemente porque su esposa era lesbiana y amaba a la señora Smith. La señora Smith también sufría porque se sentía culpable.
Al señor Robertson lo único que le gustaba realmente era exhibir su miembro y jugar con él al billar.
Nadie se asombraba al contemplar el desmesurado miembro del señor Robertson. La única persona que parecía preocupada al ver la polla desnuda del señor Robertson era el señor Adams. El señor Adams se acercaba al señor Robertson, se sacaba su propio miembro de los pantalones, lo comparaba con el del señor Robertson y se echaba a llorar desconsoladamente.
La señora Adams nunca estaba allí para calmarlo.
Todo el mundo sabía donde estaba la señora Adams.
Cuando decidían ir en su busca, daban unas cuantas vueltas infructuosas por la casa. El señor Adams lloraba cada vez más fuerte. Todos sabían que sólo la señora Adams podía consolado.
Cuando hallaban a la señora Adams en el jardín, la viuda Peterson descubría que había perdido a su canario.
Todos miraban hacia el escote de la viuda Peterson. El espacio que separaba los dos senos prominentes de la viuda Peterson ostentaba un doloroso vacío.
Entonces todos los invitados oían un trino procedente del interior de la señora Adams y diez pares de ojos clavaban sus miradas en la señora Adams.
La señora Adams se sacaba un canario del interior de su vulva, lo entregaba a su propietaria y corría arrepentida a consolar al señor Adams. El señor Adams aceptaba sus mimos. El señor Adams olvidaba la polla del señor Robertson.


En resumen, el libro me deja muy buen sabor de boca, y me hace reflexionar sobre los usos poco explorados que la literatura erótica puede tener. Solemos pensar que la literatura erótica es esa que se usa para masturbarse. Solemos pensar que las ecuaciones diferenciales se usan para calcular la trayectoria de los misiles.

¿Para qué demonios sirven las ecuaciones diferenciales?







Perversógrafo: Sexo oral, vaginal, masoquismo, prostitución, lesbianismo, masturbación, homosexualidad, fetichismo, seducción, anticlericalismo, pedofilia, lluvia dorada.


Relatos eróticos
Varias autoras
Castalia Ediciones
Biblioteca de escritoras
Madrid, 1990
ISBN: 978-84-7039-578-9
146 Pags.